Con palabras no va a poder revertir Emana lo que quebró también oralmente semanas atrás. Debe ser lo que mejor hace, el fútbol, su arma para hacer olvidar aquellas declaraciones que le han hecho un hueco preferente en las dianas críticas de los aficionados béticos, los que debieran ser los suyos. Tapia no se arrugó y lo incluyó en la convocatoria. El recibimiento en el estadio presagiaba lo que vendría después: al bajarse del autobús recibió pitos e improperios. Emana lo asumía cabizbajo, pero aún había más, puesto que cada vez que salía a calentar la orquesta de viento volvía a entonarse.

Sin embargo, lo peor estaba por llegar. El héroe del partido, Sergio García, tenía que abandonar el choque con todo solucionado y recibía una ovación que contrastaba una barbaridad con la enorme pitada que acompañaba los primeros pasos de Emana sobre el césped. Ídolo caído el camerunés, que cada vez que tocaba el balón escuchaba lo mismo, aunque un voluntarioso sector quiso callar los pitos con sus aplausos. No hizo apenas nada en los diez minutos que jugó y sólo con goles y buen fútbol recuperará el cariño. Mientras, sus compañeros le brindaban comprensión, puesto que a la conclusión del choque Iriney, Arzu y Fernando Vega le pasaban la mano por la espalda y compartían el dolor que supone ser pitado por tu afición.

Esta misma fue la que volvió a recordar a Lopera, todo un clásico, en la versión de exigencia dimisionaria que nunca se cumple. Lo hizo tras el primer gol y no se olvidó de ello después del segundo. Ganando duele más. No es una actitud extraña, pero sí la de los aficionados de Gol Sur, quienes dejaron un cuadrado en blanco en la grada e hicieron huelga de ánimo por una razón no desvelada.

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