En el Betis ya existe un precedente de suspensión de un partido por una infección vírica. Ocurrió el 10 de enero de 1997, cuando dos días antes de que el conjunto de Serra Ferrer tuviera que visitar El Molinón se detectó en el vestuario una epidemia de gripe sufrida por hasta siete jugadores (Bjeliça, Alfonso, Alexis, Olías, Cañas, Vidakovic y Nadj) al regreso del partido de Copa que el día 8 había disputado el equipo en Granada, que se unían a tres lesionados (Luis Fernández, Sabas y Pier), un sancionado (Roberto Ríos) y un jugador ausente con su selección (Finidi). Incluso, el propio técnico y Manuel Ruiz de Lopera también estaban afectados por el virus y poco después se les unió Josete, como se puede leer en la edición de hoy de ABC de Sevilla. Ante esta enorme cantidad de ausencias, el Betis solicitó a la RFEF la suspensión del encuentro y ésta le fue concedida tras validar un informe enviado por el entonces jefe de los servicios médicos del club, Ramón Cansino. El encuentro finalmente se disputó el 6 de marzo de ese año y el Betis venció por 2-4. Sin embargo, no fue el primer partido bético suspendido por enfermedad de sus jugadores, ya que en octubre de 1985 un Betis-Valencia de Liga fue aplazado por una salmonelosis que afectó a nueve futbolistas tras ingerir una mahonesa en mal estado (entre ellos Salva, Calderón, Valdo y Diego y el técnico, Luis Cid Carriega) en un hotel de Las Palmas. La RFEF también atendió entonces la petición bética de aplazamiento del choque casero ante el Valencia.

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